El aire vibraba con anticipación mientras los primeros fans del metal comenzaban a congregarse alrededor de las 17:30 horas en el RBX Xperience Rock Bar, un reconocido santuario para los seguidores del género en Chile. La energía era palpable, con conversaciones animadas y camisetas de bandas adornando a la multitud que esperaba con ansias el inicio de una tarde – noche que prometía ser memorable.
Contrario a lo que suele suceder en los conciertos, una sorprendente cantidad de aficionados llegó temprano para apoyar a Resilient Death Metal, desafiando la tendencia habitual de ingreso de una menor cantidad de gente a las actuaciones de las bandas nacionales en conciertos internacionales.
Este apoyo inicial no solo reflejó la creciente reputación y el potencial de Resilient, sino que también adelantaba la energía y el entusiasmo que esta banda desataría en el escenario.
Cuando el reloj marcó pasadas las 18:00 horas, Resilient tomó el escenario y desató una vorágine de death metal clásico, brutal y directo que duró cerca de treinta minutos. A pesar de haber escuchado previamente a la banda en plataformas digitales, la experiencia en vivo confirmó las altas expectativas. La calidad de su música y la intensidad de su actuación se manifestaron en un muro sonoro que atrapó al público desde el primer acorde, validando el entusiasmo previo a su presentación.
La lista de temas de Resilient fue una exhibición demoledora de técnica y potencia, arrancando con «The Dark Room» y siguiendo con «Vomiting Blood», dos cortes que establecieron de inmediato la crudeza de su sonido.
«Black Clouds» y «Searching for Balance» mantuvieron la intensidad, mostrando la destreza de la banda para equilibrar agresión y musicalidad. La culminación llegó con «Die by the Sword», un cierre explosivo que consolidó la actuación de Resilient como un acto de fuerza sin concesiones que resonó poderosamente con la audiencia, asegurándose de que su presencia en el evento no sería olvidada.
Undertaker of the Damned reafirmó su estatus como pilares del death metal en la Cuarta Región con una actuación que trascendió el concepto de un simple recital.
Con raíces profundas en La Serena y Coquimbo y un legado que se remonta a principios de los años 90s, la banda ha forjado su sonido en torno a temáticas fuertes como el anti-cristianismo, la blasfemia y el satanismo.
Su presentación fue una lección magistral de black/death metal, evidenciando la razón de su prolongado respeto y posición venerada en la comunidad metalera. El impacto de su música y su entrega en el escenario resonó con la audiencia dejando una presentación de alta calidad para lo que viene posteriormente.
Diabolvs se alzó en el escenario con la ferocidad de un grupo que ha ganado un justo reconocimiento en la escena del death metal en Santiago desde su formación en 2013.
Su repertorio fue un verdadero asalto de death metal: desde la agresión implacable de «Temple of Hypocrites» y «Killing my Enemies», hasta la furia incontenible de «Deceiver Christ» y «Diavlovs». Continuaron dominando la noche con «Sick of the Cross» y «The Ancient Spirit», antes de cerrar magistralmente con «Rite of Consecration».
La combinación de brutalidad y técnica impecable de Diabolvs caldeó el ambiente, culminando una previa de metal nacional de alto calibre, para lo que se venía con una inminente tempestad de Vader.
Mientras las últimas notas de Diabolvs resonaban aún en el aire, la anticipación por Vader crecía. El RBX Xperience Rock Bar se llenaba hasta los bordes, la música de Iron Maiden y Motörhead servía como banda sonora mientras los últimos asistentes llegaban, completando la multitud. La atmósfera, ya eléctrica gracias a las bandas de apertura, se intensificaba con cada riff y solo emblemático que precedía a la aparición de la banda principal de la noche.
Las luces se extinguieron pasadas las 21 horas y el RBX Xperience Rock Bar quedó sumido en la expectación hasta que la intro de Vader estableció el tono. Al primer acorde de «Decapitated Saints», el piso se convirtió en un torbellino de energía con un moshpit que estalló de forma espontánea.
Con el desencadenamiento del moshpit por «Decapitated Saints» Vader, continuó un asedio sonoro con un setlist que fue un viaje a través de su discografía.
Temas como «The Wrath» y «Chaos» mantuvieron alta la intensidad, mientras que «Vicious Circle» y «Dark Age» reafirmaron su maestría del género. También nos entregaron clásicos como «The Crucified Ones», «Silent Empire» y «Sothis» que resonaron con poder y precisión asegurando que el legado de la banda se sintiera en cada nota.
La oscuridad melódica de «Black to the Blind» y la agresión rítmica de «Carnal» prepararon el escenario para «Wings» y «Cold Demons», que continuaron la demostración de fuerza.
El sentimental «Epitaph» dio paso a la energía inquebrantable de «Dark Transmission», seguido por el llamado a la batalla de «This Is the War». «Helleluyah!!! (God Is Dead)» y «Never Say My Name» fueron momentos cumbre que sacudieron los cimientos del lugar.
El recorrido por su repertorio no disminuyó en intensidad ni por un momento, con «Come and See My Sacrifice», «Triumph of Death» y culminando con la declaratoria de guerra sonora que es «Shock and Awe», Vader estuvo más vivo que nunca durante cada nota.
Como un tributo a sus influencias y como un final devastador, la interpretación de «Hell Awaits» de Slayer fue la guinda del pastel para una noche de metal extremo inolvidable.
El concierto de Vader cerró con una sorpresa épica: la Marcha Imperial de «Star Wars» como outro, este himno cinematográfico resonó, marcando un final a la altura de lo vivido para una noche de metal desenfrenado.
Un agradecimiento especial a Chargola por la invitación a esta experiencia inolvidable tanto de metal nacional como el desenfreno de Vader en Chile.
Fotografías: Cristian Calderón @belano