Discos esenciales para adentrarnos en su sonido más pesado

En el último tiempo, este aclamado guitarrista se ha caracterizado por encontrarse en la faceta más madura de su carrera. Su trilogía como solista, ha sido una prueba fehaciente de ello, pues están marcados por la experimentación con un sonido primordialmente acústico, melancólico y personal. 

Sin embargo, esto está totalmente alejado del poder que Masvidal puede darnos en las guitarras. Es por esto que daremos una visita a los discos más brutales de su larga trayectoria para satisfacer a todos los que quieran conocer la rabia y poder que sus riffs pueden alcanzar.

Te invitamos a ver cada uno de ellos a continuación. 

“On the Seventh Day God Created… Master” (Masters, 1991)

Este álbum es de esas joyas de culto que son respetadas, pero que no lograron el mismo impacto o reconocimiento que sus contemporáneos. Dentro de toda la información que hay sobre el mismo, siempre se resalta una constante, y eso es el trabajo que Paul Masvidal desplegó en las seis cuerdas. 

De por si este elepé de 10 canciones es crudo, explosivo y extremadamente ruidoso, la mezcla perfecta para dejar a cualquier fanático del death metal satisfecho. Pero también logra sentirse lo suficientemente experimental para darnos guitarras aceleradas pero muy bien logradas, junto a ritmos que coquetean con el trash, hardcore o punk. 

Digamos que aquí los solos que se manda Masvidal son de los más letales que ha hecho en toda su discografía, y desde ya mostraba las texturas que el artista podía lograr, algo que le da una riqueza especial al álbum. Por si fuera poco, y según cuenta la leyenda, este prodigioso guitarrista -quien gozaba de las bondades de su adolescencia en ese tiempo-, aprendió todos los temas en dos días y creó cada sólo improvisadamente. Juzguen ustedes su veracidad.

De todas estas canciones, destacamos a la increíble trilogía de “Latitudinarian”, “Heathen” y “Used”, junto al interesante concepto que presenta “America The Pitiful”. Death metal en su estado más crudo, siendo una pieza clave para adentrarnos en el género.

“Human” (Death, 1991)

Mucho antes de que Death entrara en su faceta más progresiva, aquella con la que cautivaron a miles de fanáticos y que les permitió posicionarse como una de las bandas más influyentes del género, vino este álbum. El inicio de todo. Catalogado como la gran obra maestra de la banda, esta cuarta entrega en su discografía significó el primer paso de algo que perfeccionarían a lo largo de toda su discografía.

Nuevamente es Masvidal, el encargado de la guitarra rítmica haciendo -para sorpresa de nadie- un trabajo sobresaliente. Lo que incluso le valió una invitación, por parte del mismísimo Chuck Schuldiner, a ser miembro permanente de la banda, algo que pocas veces ocurría. 

Si es o no el mejor disco de Death es un debate que da para otro artículo completamente aparte, sin embargo, de que es una obra que cualquier fanático del metal debería escuchar, eso es algo que con seguridad podemos decir que sí, lo es. Sobre todo, por el gran trabajo que los dos creadores de Cynic despliegan.

Partiendo por la batería de Sean Reinert que es brutal pero totalmente concisa en cada compás. Y es que esa es otra de las cosas que hacen tan especial a este álbum, sus vertiginosos cambios de ritmos. A esto se le suma la dupla Schuldiner-Masvidal, ambos saben ser letales y sublimes, además de tener una química envidiable y que termina siendo lo que le da esa riqueza tonal única al álbum.

Resulta complejo decidirse tan solo por unas pocas canciones, pero no nos tiembla el pulso para decidirnos por “Lack of Comprehension”, la más popular de todas -y con razón-. Aunque la tripleta encargada de abrir esta entrega tampoco se queda atrás, pues “Flaterring Emotions” inicia todo como un batazo a nuestro cerebro al igual que “Suicide Machine”, y de ahí no paran más hasta la interesante propuesta que hace “Cosmic Sea”, la gran sorpresa del álbum.

“Traced in Air” (Cynic, 1993)

Luego de que redefinieran el género, Cynic pasó por un silencio musical de más de una década, algo que, con en este triunfante regreso, se rompía, pero que también traía consigo un montón de cambios. En aquel tiempo tuvieron que rearmar sus filas, manteniendo siempre a Masvidal y Reinert en sus respectivos puestos de líderes. Sumado a estos cambios en la formación, el trabajo representa una evolución total en su sonido. Luego de haber revolucionado el género lo siguiente que les quedaba era básicamente dar el siguiente paso.

A un lado quedaron los guturales que tanto predominaban en “Focus”, para darle un rol protagónico a la voz de Masvidal, la que goza de una dulzura disonante con lo pesado y caótico que se vuelve todo. Sin embargo, también se nota un mayor nivel técnico para que todo sea mucho más preciso. Si ya en su disco anterior su sonido era increíble y potente, acá es un tanto más suave, aunque sin reducir su fuerza sónica. La batería, el bajo y los riffs de guitarras son poderosos, cambiantes y prodigiosos.

Dicha evolución lo logran a través de canciones tan increíbles como “Integral Birth”, que se convierte en la punta de lanza del álbum junto con “Evolutionary Sleeper” y la mística “The Space For This”. Difícil decidirse entre tanto temazo.

En síntesis, revisitar estos discos nos muestra que Paul Masvidal es uno los artistas más influyentes y versátiles del metal. Su aportación al género es histórica y estas tres imprescindibles obras son testimonio de aquello. 

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