Durante la noche de ayer se dio el inicio al Ciclo Solistas Progresivos
Desde el sorpresivo anuncio del cambio de recinto, que trasladó este concierto del Teatro Nescafé de Las Artes a la Sala RBX, las alarmas comenzaban a encenderse. Más de alguno ya pensaba en escenarios catastróficos que ponían en duda la realización de esta ansiada presentación, ya que generalmente este tipo de noticias son indicios de que quizás algo no anda bien. Sin embargo -y lejos de cualquier fatalismo-, creo que dicho cambio fue lo mejor que le pudo haber pasado a este show, pues la cercanía que tuvimos con Paul Masvidal fue incomparable.
Eran cercano las 7:30pm y el artista llegaba al recinto como uno más, caminando, con un gorro y capucha. Mientras algunos comenzaban el ingreso sin haberlo notado, había otras miradas atónitas que dudaban de lo que estaban viendo. En todo momento se respetó su espacio y se mantuvo cierta distancia de la conversación que tan naturalmente mantenía con el staff. Pocas veces se ve algo como esto.
En el escenario tan solo se podían ver dos sillas antecedidas por unas bellas guitarras acústicas y unos atriles con micrófonos en la punta. Todo muy acorde a la sencillez que este formato acústico buscaba entregar. Ya a las 8pm en punto, Hidalgo entraba entre aplausos y silbidos con un formato dúo. Tan solo bastó la habilidad que Angie y Gabriel tienen en las seis cuerdas para dejarnos sorprendidos con la cantidad de texturas que crearon en piezas como “Wara” o “Kalpa Taru”.
Con un setlist de solo cinco canciones, el dueto logró presentar material de “Agnicayana”, su más reciente álbum, de manera nunca vista. Digamos que estas versiones no tuvieron nada que envidiarles a las de estudio, pues su riqueza sonora estuvo siempre presente. En todo momento se les vio cómodos y confiados con el formato. Incluso entre los presentes de esa hora, el propio Masvidal los estaba mirando parado junto al stand de merch ubicado al final de la sala.
La concurrencia a este espectáculo fue pequeña, pero esto no lo desalentó de darnos un concierto impecable. Con su hermosa Kiesel Zeus acústica en las manos y una peculiar máscara negra con cuernos, Paul Masvidal era recibido entre aplausos y ovaciones. Una vez sentado en un escenario que solo tenía cuatro luces led de colores suaves y un sillín, “The Space” iniciaba este viaje mágico con el que conectamos desde el primer acorde.
De inmediato, casi como un regalo anticipado, llegaba “Emmanuel” la favorita de muchos y una de las canciones más hermosas de toda su discografía. Aunque no se trató de una versión 100% acústica ya que cantó casi en forma de karaoke, el sólo hecho de tenerlo frente a nosotros tocando, junto a las nuevas sensaciones que entregaba con su hermoso rasgueo eran más que suficiente para sentir esta canción. A esta se le sumaría “Nebula” con varios in crescendo potentísimos.
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Tampoco dudó en volver a sus inicios y darnos sonoridades de lo mejor que tiene Cynic con “Evolutionary Sleeper”, una versión totalmente diferente media electrónica pero sumamente bella. Su etapa Æon Spoke era bien recibida con “Silence” y “Face The Wind”, entremedio resonaban “Parasitic Counsel…” y “Ghost Letter”. Pronto llegaría una tripleta de lo que es su más reciente material solista con la profunda “Into The War”, la quizás más querida de esta etapa “No Other Words” y la un poco más acelerada “Hand To Mouth”.
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En las diversas pausas que dio entremedio de algunas canciones, además de compartirnos sus profundos pensamientos, también comentó que su fuerte conexión con Chile se debe a que su propia abuela es de Santiago, los aplausos y celebraciones se hicieron notar.
También fue enfático en mencionar la figura del dolor como algo que todos sentimos, algo que nos conecta y nos une como seres humanos, así le dio paso a “Grace” para que traduzca este poderoso mensaje en música. Sin duda de los momentos más hermosos.
En la sección final llegaría “Integral Birth”, otra de las más esperadas y queridas, los tímidos, pero notorios cantos se hacían notar en una versión totalmente diferente a lo que conocemos, además, fue una que destacó por lo potente que sonaba la voz de Masvidal junto con su guitarra. Las atmósferas que entregó fueron de las más especiales aquí. Para cerrar por todo lo alto una presentación impecable, se quitó su máscara y se puso de pie para darnos “Sand & Foam”, el último regalo de la noche.
Los aplausos fueron enérgicos, pues lo que vivimos anoche fue una cátedra musical en todo sentido. Aunque se vieron diversas miradas de confusión entre los asistentes al momento de un final -un tanto anticlimática-, más de alguno se sintió decepcionado al ver que el encore no llegaría. Sin embargo, y para ser justos, ya nada más le podíamos pedir al maestro pues entregó todo arriba del escenario, incluso para los que quedaron con ganas de más, el querido artista se dio el tiempo de compartir y firmar cosas a los diversos entusiastas que hacían la fila para esperarlo.
En resumen, Paul Masvidal es de esos guitarristas que figuran en la categoría de leyendas por su inmenso legado, sin embargo, él realmente no teme mostrarse como una persona más, sino como un sencillo ser humano. Aunque no vimos las increíbles cosas que hace en la guitarra con Cynic, ya que sus canciones como solista tampoco tienen mayores pretensiones, sí pudimos disfrutar de una noche íntima, mágica y cargada mensajes sumamente poderosos.
Sin duda alguna que será de esos bellos recuerdos que cada tanto visitaremos, pues fuimos pocos los afortunados que podrán decir en un futuro que allí estuvimos.
Por: Aarón Vergara
Fotos: Francisco Aguilar (@franciscoaguilar.ph)