El Estadio Nacional de Santiago vivió una de las noches más emocionantes de su historia el pasado miércoles 27 de noviembre, con un concierto que quedará grabado en la memoria de las más de 62 mil personas que asistieron. Como parte de su “The Future Past World Tour , Iron Maiden no solo ofreció un espectáculo musical; presentó una experiencia que tocó profundamente a todos los presentes en el coloso de Ñuñoa.

Desde los primeros acordes de «Caught Somewhere in Time» , el ambiente se llenó de magia. El estadio vibró como si el tiempo se hubiera detenido, transportando a los asistentes a una época dorada de la banda. Fue un momento cargado de emoción, con muchos rostros iluminados, ojos brillantes, y no pocas con lágrimas rodando por las mejillas.

 

 

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La misma intensidad se replicó con «Stranger in a Strange Land» , cuya interpretación trajo consigo una ola de nostalgia colectiva que dejó una huella indeleble en la audiencia. Los solos de Adrian Smith fueron de otro planeta. Algo mágico y que sin duda alguna se robó la noche.

Créditos: @andieborie / DG Medios

Un viaje al presente con Senjutsu

El setlist condujo al público a la actualidad de la banda con temas de “Senjutsu” , comenzando con «The Writing on the Wall» , donde Adrian Smith brilló con un solo lleno de técnica y emoción. Esta canción marcó el inicio de un bloque que, aunque más moderno, cautivó a un público dispuesto a saltar y corear.

Le siguieron «Days of Future Past» y «The Time Machine» , dos piezas que reflejan la calidad compositiva de Iron Maiden en esta nueva etapa. Con una atmósfera épica y una instrumentación precisa, ambas demostraron que la banda sigue vigente tras casi cinco décadas. Nicko McBrain , desde la batería, recibió una ovación ensordecedora gracias a su entrega y precisión, que parecía desafiar el paso del tiempo.

Créditos: @andieborie / DG Medios

Un regreso a la gloria del pasado

El tono cambió para dar paso a «The Prisioner» , una joya de la era “The Number Of The Beast”. La respuesta del público fue electrizante, con miles de voces cantando al unísono y llenando el estadio de una energía arrolladora.

Más tarde, con «Can I Play With Madness» , el Estadio Nacional se convirtió en una caldera. Nadie permaneció en su asiento; todos saltaban y cantaban como si cada nota fuera la última. Luego llegó «Heaven Can Wait» , acompañado por un despliegue visual impresionante: la aparición del Eddie Cyborg enfrentándose a Bruce Dickinson en una batalla teatral, rodeado de pirotecnia. Fue un momento espectacular que mostró por qué Maiden es una de las bandas más icónicas del rock mundial.

Créditos: @andieborie / DG Medios

El clímax emocional

Uno de los momentos más conmovedores de la noche llegó con «Alexander The Great» , una canción que nunca había sido interpretada en Chile y en su setlist hasta 2023 cuando comenzó esta gira. Este estreno en vivo tocó el corazón de la multitud; Las lágrimas eran inevitables. En medio de abrazos y emociones a flor de piel, el tema resonó como un himno largamente esperado. Fue un instante de conexión total entre la banda y su público.

La intensidad continuó con «Fear of the Dark» , donde el estadio se iluminó con miles de linternas de smartphones y algunas bengalas. La vista era celestial, un mar de luces que acompañaba a una interpretación que hacía vibrar cada rincón del recinto.

Créditos: @andieborie / DG Medios

El gran final

El encore llegó con «Iron Maiden» , acompañado por la aparición del Eddie Samurái, un momento teatral y visual que desató ovaciones.

La velada prosiguió con «Hell on Earth» , un tema cargado de energía que, junto a un telón con la Estatua de la Libertad y efectos con llamaradas desató una euforia colectiva.

Después, «The Trooper» hizo que el público se uniera a una sola voz, con un coro que se escuchó en todo Santiago.

Finalmente, «Wasted Years» cerró la noche de manera apoteósica. Con lágrimas en los ojos y abrazos entre el público, esta despedida fue tanto un adiós como un agradecimiento por décadas de música y momentos compartidos.

Créditos: @andieborie / DG Medios

Una noche inolvidable

Iron Maiden reafirmó por qué es una de las bandas más grandes de todos los tiempos. Su capacidad para equilibrar la nostalgia, la innovación y un espectáculo visual impecable dejaron una marca imborrable en el corazón de los fanáticos chilenos.

Más de 62 mil personas fueron testigos de la historia, de una conexión única entre la banda y su público. Cuando Bruce Dickinson cerró el show con un enigmático «Nos vemos en nuestra gira de aniversario 50», quedó claro que este no era el fin, sino un capítulo más en la eterna relación entre Maiden y Chile.

Las voces del público

A la salida del concierto, tuvimos la oportunidad de conversar con algunos asistentes y conocer sus impresiones sobre la velada:

Amigo para Rock a la Vena : “¿Cómo estuvo el concierto?”
“Espectacular, estuvo buenísimo, Alexander The Great y Fear Of The Dark, ahí morí. Esa mezcla es maravillosa.”

En las inmediaciones del estadio, nos encontramos con una persona de edad avanzada que compartió su opinión:  “Los temas, los viejos clásicos. Los últimos cinco temas. Muy buenos, nada que decir.”

Al preguntarle qué sentía al poder escuchar por primera vez en vivo en Chile canciones de 1986, respondió:  “Feliz, feliz, de poder haber disfrutado. A esta altura del 2024, estoy muy satisfecho.”

Finalmente, un grupo de jóvenes, aún con la euforia de haber vivido un espectáculo inolvidable, exclamó:  “Estuvo de la conchatumare .”

Iron Maiden no solo ofreció un concierto, sino un verdadero viaje en el tiempo, un recordatorio de la magia que ocurre cuando la música y la pasión se unen. A todos los que estuvieron presentes, se llevaron a casa recuerdos que atesorarán por siempre en sus memorias.  

Por: Alejandro Torres Quezada 

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