Por: Lukas Arias
Fotos: Eduardo Sandoval
La tan esperada tercera visita de los ingleses Venom a Chile fue un espectáculo inolvidable, cargado de energía, locura y con un guiño especial al hecho de que los de Newcastle no pisaban suelo chileno desde hace 7 años.
La jornada comenzó temprano, con algunos fans en reja a la espera de los británicos. Puntualmente a las 7:30, la banda brasileña Flageladör dio inicio a la jornada metalera de martes en el Teatro Teletón. El cantante y guitarrista Armando Executor lucía una capucha negra que me recordaba al icónico personaje de la portada del primer EP de Sodom, «In The Sign Of Evil». Esta capucha, reminiscente de los verdugos de la Edad Media o de los flageladores encargados de azotar al público como acto de penitencia, aportó un toque distintivo que los separaba de otras bandas de thrash.
Con un show sólido de media hora y once canciones, el trío de Río de Janeiro se ganó los aplausos de los asistentes que iban llenando el recinto. Su setlist incluyó temas de los álbumes «Predileção Pelo Macabro», «A Noite Do Ceifador» y «Obcecado Por Sangue», logrando una presentación memorable y bien recibida por el público chileno.


Media hora más tarde llegó el turno de Warbringer, oriundos de Los Ángeles, California, quienes con su potente thrash metal moderno encendieron aún más el ánimo del público. No solo arrancaron aplausos y ovaciones, sino que dieron inicio a los primeros mosh pits de la noche, cada vez más intensos, reflejando la energía de los asistentes.
El show, que se extendió por 50 minutos, incluyó temas como «Crushed Beneath the Tracks», «Living in a Whirlwind» y culminó con «Remain Violent». John Kevill, vocalista y miembro fundador, mantuvo una conexión constante con el público, acercándose al borde del escenario y motivando la formación de circle pits, logrando una respuesta inmediata y entusiasta, para luego despedirse feliz tras su segunda visita a Chile, nueve años después de su debut en 2015, dejando claro que su conexión con los fanáticos chilenos crece cada vez más.


Los minutos pasaban hasta llegar al ansiado momento de los británicos. Puntualmente, la intro comenzó a resonar en el recinto, marcando el inicio del espectáculo. Sin dar tregua, arrancaron con la icónica «Black Metal», de su álbum homónimo de 1982, desatando la locura esperada, con mosh pits, euforia y pura pasión en el público. Algunos osados se lanzaron al crowd surfing, y durante «Welcome to Hell», un sujeto incluso logró subir al escenario y arrebatarle el micrófono a Cronos, quien, lejos de molestarse, soltó una risa antes de que los guardias intervinieran.
La intensidad fue constante a lo largo de la hora 20 de show, con su heavy/speed metal cargado de matices oscuros que dejó a los asistentes completamente satisfechos. Aunque su puesta en escena fue sobria en términos de decoración, destacar si la batería de Danté, quien como es de costumbre, coloca dos de sus platillos a lo más alto posible de él, algo que no suele verse nunca, y le da identidad propia tanto a él como a la banda. Destacar también la energía de la banda en el escenario lo compensó con creces. Los intercambios de lado entre Cronos y Rage, los acercamientos al público y los momentos de diálogo añadieron un toque especial. En una ocasión, Cronos expresó: «Tenemos respeto por ustedes, quienes cada vez que venimos son más salvajes y ruidosos».



Un show magistral por parte de los ingleses, que dejó a cientos de fanáticos chilenos extasiados y con la certeza de haber presenciado algo inolvidable. Una noche para la historia.
Agradecimientos a Monkey por la invitación