Reseña: Lukas Arias
Fotos: Cristian Belano
El hardcore, en mi opinión, es uno de los géneros más apasionados que existen. Al ver tantas bandas de diferentes estilos, lo catalogo como el más visceral. Su energía, fuerza y las emociones que los músicos transmiten y reciben de los cientos de aficionados que corean con fervor cada palabra, cada verso, hacen que este género destaque. Las canciones están cargadas de angustia, sentimentalismo, rabia y orgullo, lo que genera una conexión única entre banda y público.
Anoche me encontré en la icónica Blondie, una discotheque con más de 30 años de historia que ha sido testigo de innumerables bandas de pop, rock, metal y también hardcore, pues no se queda atrás. Entre esas bandas está H2O, quienes visitaron Chile por última vez hace seis años, justamente en este mismo lugar.
Con cuatro presentaciones previas en Chile, este show se destaca no solo por la energía desbordante de los asistentes, sino también por ser el último de la banda neoyorquina en el país. Con 30 años de trayectoria en el hardcore, H2O se perfila como una de las bandas más influyentes del género, dejando una huella en muchas agrupaciones de todo el mundo, especialmente en aquellas de los 2000. Además, su impacto ha sido clave para la formación de muchas bandas chilenas que surgieron durante esa época.
Una de esas bandas es 562, oriunda de Santiago, con más de 15 años de carrera y sin ningún cambio en su formación. Tal como destacaba su vocalista, Eduardo Salinas, el hardcore ha transformado su vida, y como la de muchos, ha sido una fuente de inspiración. Durante el show, no dudó en motivar a los presentes a «levantar la raja» y disfrutar al máximo, recordando la energía y el espíritu que define al género.
El show fue breve e intenso, con un público algo tímido al principio. Sin embargo, cuando la banda interpretó su último tema, titulado «562», se desató la locura. Decenas de aficionados coreaban con fervor cada verso, acercándose a la valla que los separaba del escenario. Eduardo, el vocalista, no dudó en acercarse a ellos, sintiendo de cerca la energía que irradiaban, y cantando junto a los presentes, en un momento cargado de conexión y adrenalina.
La presentación fue impecable de principio a fin, aunque lamentablemente no duró más de media hora. Me quedé con ganas de verlos por más tiempo, pero la dosis de hardcore que entregaron para abrir aquella calurosa jornada dejó satisfechos a muchos de los que estuvimos ahí. Fue una experiencia intensa, escuchando y viviendo lo mejor de la escena nacional en su máxima expresión.
En un momento del show, Eduardo aprovechó para contarle al público lo que H2O le había preguntado en el backstage: cómo estaba la escena nacional. A lo que él respondió con seguridad que la escena sigue más viva que nunca. Y tiene razón, así lo he visto este año con la cantidad de shows internacionales de hardcore que han pasado por Chile y el protagonismo de las bandas locales. Grupos como En Mi Defensa junto a Bane, Mano de Obra con Turnstile, o Entrefuego y Asunto con Gorilla Biscuits han dejado claro que el hardcore chileno está en su mejor momento.
Una vez terminado su breve show, los nacionales se retiraron del escenario, y la expectación por el último show de los oriundos de la costa este de USA crecía cada vez más. El público, impaciente, comenzó a quejarse por el retraso, ya que el show de H2O estaba programado para las 20:50 horas, pero finalmente comenzó 20 minutos después. Antes de eso, Rusty Pistachio, el guitarrista, subió al escenario para revisar su amplificador, lo que aumentó aún más la anticipación entre los asistentes.
La inquietud de los fanáticos era palpable, pero todo cambió cuando comenzó a sonar el tape inicial: «Don’t Stop Believin'» de Journey resonaba por todo el recinto, haciendo cantar a la multitud que llenaba la Blondie. Con esa icónica canción de fondo, los músicos tomaron posición en el escenario, y de inmediato la brutalidad se desató de manera frenética con «Nothing to Prove» como tema inaugural. Estar quieto era imposible, el circle pit no paraba, envolviendo a todos en la intensidad del show, que se mantuvo imparable de principio a fin.
«Everready» y «Faster Than the World» fueron las siguientes en el repertorio, y la energía en el público se disparó aún más. La gente volaba literalmente por los aires, haciendo crowdsurfing sobre los que estaban más adelante. Lo único visible eran piernas levantadas y cuerpos tratando de no caer al suelo. El caos continuó el canciones como «1995» y «Sunday», hasta llegar a la más «emo», según Toby Morse, «Memory Lane». Los que estaban al frente no dejaron de disfrutar ni un segundo, absorbiendo cada riff, acorde y melodía que la banda entregaba con potencia. Los coros entre Morse, Rusty Pistachio y Matt Henderson, quien se unió a H2O en 2022 tras haber sido parte de Madball, y de hecho, Morse aprovechó para recordar la trayectoria de Henderson en medio del show, lo que añadió un toque especial y nostálgico a la presentación.
Hablando de las canciones, el espectáculo estuvo principalmente compuesto por temas de casi todos sus álbumes, abarcando tres o más canciones de cada uno. Sin embargo, se destacaron varios temas del disco Nothing to Prove, incluyendo la canción homónima, «1995», «Still Here», «Sunday», «Heart on My Sleeve» y «What Happened». Este enfoque en su álbum más reconocido permitió a los fanáticos disfrutar de los clásicos que han definido la carrera de H2O y revivir momentos memorables de su trayectoria.
Luego de un encore, H2O cerró el show con una de sus canciones más icónicas, comenzando con un acapella que atrapó a todos: las primeras frases del clásico «5 Yr. Plan». Toby Morse, el vocalista, anunció que esta sería la última vez que tocarían esta canción en Chile, instando a la gente a disfrutarla al máximo y a despedir a la banda neoyorquina como se merece. Aprovechó también para dedicar unas palabras al país, diciendo textualmente: «Ustedes son muy apasionados, los más apasionados de Sudamérica».
Un concierto a ser destacado –por mí y quizá muchos otros más–, por ser uno de los mejores del año, en cuanto a hardcore o bien musica pesada, donde los fanáticos y seguidores de la escena hardcore nacional se juntaron para complementar la fuerza que entrega la escena neoyorquina, esta fusión fue tan perfecta que se sintió como un rompecabezas encajando, formando algo sólido y contundente, al igual que muchas otras bandas de diferentes géneros que encuentran en la fanaticada chilena un respaldo incondicional.
Agradecimientos a Monkey por la invitación y por hacer esto posible.
Esta reseña se la dedico a la escena hardcore chilena y al straight edge.