Por: Lukas Arias
Fotos: Eduardo Sandoval
Tras casi una década de ausencia, los estadounidenses de Mudhoney regresaron a Chile para ofrecer su primer show en solitario. La banda, pionera del sonido grunge, tuvo su debut en el país en 2005 como teloneros de Pearl Jam en dos memorables jornadas en el Estadio San Carlos de Apoquindo. Posteriormente, en 2014, volvieron como parte del Sub Pop Fest, compartiendo escenario con Metz y los nacionales Guiso.
En esta nueva visita, Mudhoney se presentó en el Teatro Coliseo, donde desplegaron toda su energía en un espectáculo de alta intensidad, marcado por la entrega del público y una conexión que reafirma su estatus de culto en la escena alternativa.
Lentamente, el recinto del Metro Moneda comenzó a llenarse de fanáticos por ver a los legendarios músicos de Seattle. La noche inició con la presentación del destacado músico chileno-estadounidense Alain Johannes, quien, con 25 minutos de retraso, subió al escenario para dar inicio a su set en un formato completamente acústico. Sentado en una silla, acompañado únicamente de su guitarra electroacústica y su característica cigar box guitar, abrió el show con «Kaleidoscope», tema de su álbum Fragments and Wholes Vol. 1 (2014).
A lo largo de su presentación, Johannes interpretó una serie de canciones de Eleven, la banda que formó en Los Ángeles, California en 1990, destacando temas como «Seasick of You» y «You’re My Diamond». También sorprendió con «Reach Out», introduciéndola con una reflexión entre risas: «Compuse esta canción hace 30 años, cuando tenía 32… ahora tengo 62, pero pasan cosas».
Antes de cerrar su set, Johannes rindió homenaje a Queens of the Stone Age, banda en la que participó como miembro oficial entre 2005 y 2007, entregando una interpretación cargada de nostalgia. Con un un público coreando gran parte de la canción, el multiinstrumentista culminó su show de 35 minutos, dejando una sensación de intimidad y conexión única con los asistentes.
A pesar del retraso inicial, el cambio de set se realizó con rapidez, y la banda solo demoró 15 minutos adicionales en iniciar su esperado show, que se extendió por una hora y cuarenta minutos. El cuarteto, liderado por Mark Arm en voz y guitarra, subió al escenario de manera sobria, sin pistas de fondo ni grandes puestas en escena, simplemente caminando hasta sus instrumentos para arrancar de lleno con «If I Think». Entre aplausos y vítores, continuaron con «Move Under» y «Get Into Yours», hasta que Mark dejó escapar el primer «gracias» de la noche.
No son una banda de muchas palabras, y por momentos parecían algo incómodos o quizá agotados. No es de extrañar: la edad pesa, y esta era su última parada en Sudamérica tras cuatro fechas en Brasil y una en Argentina.
Considerados pioneros del grunge, Mudhoney representa el sonido crudo y sin concesiones de Seattle, algo que se reflejaba en las poleras de los asistentes, con nombres como Nirvana, Pearl Jam y Melvins. La combinación de distorsión, ritmos bailables y secciones para saltar hizo que los mosh pits se intensificaran a medida que avanzaba el show. Uno de los puntos álgidos llegó con «Touch Me I’m Sick», coreada y gritada con fuerza por el público, cuya energía rebotaba por todo el recinto. Aunque la cancha no estaba completamente llena, el fervor de los asistentes se hizo notar, arrancando sonrisas a Mark y compañía.
El repertorio abarcó canciones de varios álbumes de su carrera, pero con un foco especial en su más reciente trabajo Plastic Eternity (2023), del cual destacaron temas como «Move Under» y «Little Dogs». Sin demasiada interacción con la audiencia, pero con una entrega innegable, Mudhoney extendió su set por 100 minutos, abarcando 28 canciones. Cerraron la primera parte con «One Bad Actor», para luego regresar con un encore de tres temas: «Here Comes Sickness», «Beneath the Valley of the Underdog» y «In ‘n’ Out of Grace». La euforia no decayó en ningún momento, y desde lo alto, la cancha se veía como una auténtica batalla campal, con algunos aventureros lanzándose al crowd surfing, sostenidos por la multitud.
Fue un show contundente, de gran nivel y fiel a su estilo, donde la calidad musical se impuso sobre la falta de interacción. Mudhoney dejó todo en el escenario, consolidando su estatus de banda de culto. Quizás merecían un público más numeroso, pero los que estuvieron presentes supieron demostrar por qué son considerados los «papis» del grunge, como decía alguien entre la multitud. En definitiva, un espectáculo sobrio, potente y de calidad.
Produce: Transistor
