Nota: Kevin Fuentealba Mol
Fotos: Eduardo Sandoval
Symphony X, los titanes del metal progresivo, desataron una tormenta musical el pasado martes 30 de julio en el Teatro Coliseo. Celebrando tres décadas de virtuosismo, los estadounidenses convirtieron el recinto de Nataniel Cox en un caldero de energía frenética, deslumbrando a los presentes con su magistral destreza musical y una conexión electrizante con el público.
La velada comenzó con la actuación de Pacífico, abanderados del metal nacional, quienes a las 19:50 horas encendieron la mecha de lo que sería una noche explosiva. Con un repertorio cargado de material fresco de su último álbum, los chilenos prepararon el terreno para la inminente avalancha sinfónica.
Viaje en el tiempo: Una odisea musical de tres décadas
Mientras los técnicos afinaban los últimos detalles, la expectación crecía como un tsunami. Un guiño a «Rust in Peace…Polaris» de Megadeth en la batería elevó la adrenalina a niveles estratosféricos. El público, convertido en un coro improvisado, entonaba «Olé, olé, olé, Symphony X» hasta que los estadounidenses hicieron su aparición triunfal.
«Iconoclast» fue el martillo que rompió el hielo, con el público rugiendo al unísono «We are strong». Sin dar tregua, «Nevermore» tomó el relevo, sus coros a capella resonando por todo el recinto. “¿Listos para volver en el tiempo?” fueron las palabras de Russell Allen, cual maestro de ceremonias, que invitó al público a embarcarse en un viaje temporal a través de la discografía de Symphony X, desde sus raíces hasta su más reciente obra, «Underworld» (2015).
El concierto se convirtió en una montaña rusa de emociones, con Allen desplazándose por el escenario de un lado a otro. «Inferno (Unleash the Fire)» y «Serpent’s Kiss» fueron solo algunas de las joyas que adornaron este cofre del tesoro musical. La conexión entre la banda y sus seguidores era notable, destacando su gran carisma y cercanía con el público.
Los clásicos «Without You», «To Hell and Back» y «Evolution (The Grand Design)» se sucedieron sin respiro, mientras el público demostraba su devoción cantando y saltando durante toda esta interpretación. Michael Romeo, por su parte, hipnotizaba con su gran destreza e impresionante técnica en sus solos de guitarra, con sus dedos danzando sobre las cuerdas con una precisión sobrenatural.
«Run With the Devil» se convirtió en el escenario perfecto para que cada miembro de Symphony X brillara con luz propia. Michael Lepond demostró ser un mago del bajo por su gran versatilidad de técnicas, Jason Rullo un relojero de la percusión, Michael Pinnella realizando un trabajo más silencioso pero clave en el sonido de la banda, mientras que Allen y Romeo se fusionaban en un dúo vocal e instrumental de otro mundo. Con «Set the World on Fire (The Lie of Lies)», Symphony X se tomó una pausa antes el acto final.
El final triunfal de una noche legendaria
El emotivo teclado de «Paradise Lost» envolvió el teatro en un manto de emoción, con el público cantando con los brazos en alto, como si intentaran tocar el cielo. Rullo, luciendo orgulloso la camiseta de la selección chilena de fútbol, añadió un toque local a la escena internacional.
El gran final llegó con «Out of the Ashes» y «Of Sins and Shadows», dos joyas extraídas del álbum «The Divine Wings of Tragedy» de 1997. Mientras la banda se despedía entre aplausos y vítores, la Marcha Imperial de Star Wars sonaba de fondo, como si el imperio del metal progresivo hubiera conquistado una nueva galaxia.
Symphony X presentó un gran dinamismo mezclado con un impresionante virtuosismo musical, demostrando ser mucho más que una banda de sonido excelente; son artistas comprometidos que entregan cada gramo de su ser en el escenario. Su conexión única con el público chileno quedó grabada a fuego, dejando a todos ansiosos por el lanzamiento de su próximo álbum el año que viene.
Sin duda, estos 30 años de carrera fueron celebrados de gran manera en el Teatro Coliseo. Que la fuerza del metal progresivo siga con Symphony X, elevándolos cada vez más alto en el firmamento musical. Ya tienen un lugar asegurado en el corazón de los fanáticos chilenos del género, y esta noche solo cementó su estatus de leyendas vivientes.
Agradecemos a la producción de The Fanlab por la invitación al show