Reseña: Kevin Fuentealba Mol

Fotos: Eduardo Sandoval


The Cult regresó a Chile tras ocho largos años, un periodo en el que tanto la banda como el país han experimentado cambios significativos. Sin embargo, la pasión por ofrecer espectáculos inolvidables sigue intacta. La conexión entre The Cult y su público se hizo evidente en una noche electrizante que marcó el cierre de su gira por Sudamérica.

El Teatro Caupolicán se convirtió en el escenario perfecto para recibir a Ian Astbury y Billy Duffy, quienes, acompañados por Charlie Jones en el bajo (quien alguna vez compartió escenario con Robert Plant) y John Tempesta en la batería (con experiencia en Exodus y Testament), ofrecieron un set espectacular en celebración de sus 42 años de trayectoria.

Foto: Eduardo Sandoval

Dead Christine: una apertura mística

El evento comenzó con la presentación de Dead Christine, banda liderada por Cristina Forno. Durante aproximadamente media hora, su show se caracterizó por un ambiente místico y la potente actitud de su vocalista.

Temas como «Prison», «She’s on Fire» y «What if?» formaron parte de un setlist breve pero efectivo, donde la banda no apostó por la velocidad en sus composiciones, sino por un sonido envolvente que caracterizó el talento vocal de Forno.

Foto: Eduardo Sandoval

The Cult: energía y un set increíble

Como las grandes entradas de algo increíble, la música de «Ride of the Valkyries» resonó en el recinto, mientras luces tenues y los gritos del público aumentaban la expectación. La banda irrumpió en el escenario con «In the Clouds» y «Rise», desatando la euforia. «Wild Flower» destacó en un inicio frenético repleto de adrenalina.

El cariño del público fue constante, reflejado en regalos como escritos, banderas e incluso una camiseta de la selección chilena con el apellido de Astbury. Clásicos como «Mirror», «War (The Process)» y «Resurrection Joe» reafirmaron la intención de la banda de ofrecer un show basado en su material más emblemático, privilegiando el período entre 1984 y 1995.

Foto: Eduardo Sandoval

Aunque Ian tuvo pocas interacciones verbales con el público, mantuvo una conexión constante con gestos y menciones inesperadas, como un espontáneo «Colo Colo» antes de «Edie (Ciao Baby)». Su voz, aunque con signos evidentes de desgaste, sigue transmitiendo la esencia de un verdadero rockstar moviéndose de lado a lado y jugueteando constantemente con su pandero, haciendo acrobacias con él. En temas como «Revolution» y «Sweet Soul Sister», se esforzó por alcanzar las notas más altas, demostrando su compromiso con la calidad del espectáculo a pesar de sus 62 años.

Las luces rojas anunciaron «Lucifer», hasta el momento el show mantuvo el ritmo sin muchos cambios. Sin embargo, la calma se rompió con las primeras notas de «Rain», cortesía de Billy Duffy, provocando que gran parte del público, que se mantuvo expectante durante el show,  ahora arremete con todo en la parte final del concierto. Sin descanso, continuaron con «Spiritwalker» y cerraron el set con «She Sells Sanctuary», el himno más icónico de la banda, que hizo que el volumen pareciera subir aún más antes de la pausa.

Foto: Eduardo Sandoval

Cerrando el ritual

A pesar del descanso, las aguas turbulentas de la cancha no cesaron en ningún momento. La banda regresó con «Brother Wolf, Sister Moon», ofreciendo un respiro momentáneo antes de que el poderoso riff de «Fire Woman» encendiera nuevamente la euforia. Interpretación increíble a pesar de unos leves problemas técnicos con el micrófono de Astbury, que no fueron suficientes para opacar el fervor del público.

Foto: Eduardo Sandoval

El gran final llegó con «Love Removal Machine». La respuesta del público fue tan intensa que Ian tuvo que calmar a los fanáticos que empujaban hacia el escenario cerca de la barricada. Entre saltos, coros ensordecedores y una lluvia de aplausos, The Cult se despidió con una reverencia, dejando a Ian solo en el escenario para cerrar el show de forma íntima con una atmósfera casi ceremonial.

Foto: Eduardo Sandoval

Antes del concierto, Astbury dio a entender que quizá no vuelvan a hacer otro concierto como este en nuestro país, lo que hizo que la noche se sintiera como una despedida. El setlist, cargado de clásicos, encapsuló más de cuatro décadas de historia en una presentación de poco más de una hora y media. Atrás quedó el amargo recuerdo de su paso por Viña del Mar, con un concierto que, pese al evidente desgaste de la banda, se vivió como un ritual en honor a sus 42 años de trayectoria.

The Cult Setlist Teatro Caupolicán, Santiago, Chile 2025, L'America 8525

 

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