El domingo 2 de febrero, la Sala Metrónomo se convirtió en un portal hacia tiempos ancestrales y mundos etéreos. La velada, que reunió a los enigmáticos Nytt Land y al mítico Mortiis, fue una experiencia inmersiva que transportó a los asistentes a paisajes sonoros únicos, repletos de historia, oscuridad y misticismo.

Con casi media hora de retraso en el itinerario, Nytt Land apareció en el escenario, envolviendo la sala en una atmósfera ritualística que parecía sacada de las antiguas sagas nórdicas. Desde el primer acorde, el público fue absorbido por una experiencia sensorial en la que el folclore vikingo cobraba vida. Cada canción era una historia contada a través de percusiones hipnóticas, instrumentos tradicionales y las voces mágicas y multifacéticas de Anatoly y Natalya Pakhalenko, que evocaban los cantos de tiempos remotos.
Temas como «Ritual», «Ugra», «Risu Ragnar», «Ragnarok» y «Torem» fueron algunos de los encargados de sumergir a los asistentes en un trance colectivo. La voz gutural de Anatoly y la potente interpretación de Natalya hipnotizaban, dejando a más de uno completamente absorto en el espectáculo. Al terminar cada canción, los vítores y aplausos resonaban en la sala, confirmando que el público estaba entregado a la experiencia. Sin duda, fue una presentación inmersiva e inolvidable, donde la magia de la cultura nórdica se hizo presente en cada nota y cada ritmo.


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Después de una noche de rituales sonoros, llegó el momento de adentrarse en un universo aún más enigmático. Mortiis, con su presencia inigualable, tomó el escenario sin necesidad de una sola palabra. Su silueta, envuelta en penumbra, bastó para sumergir la sala en una neblina de misterio. Con el sonido de su teclado y sintetizador, el artista noruego llevó a los presentes por un viaje introspectivo y etéreo, donde cada nota vibraba con una energía casi sobrenatural.

Desde los primeros compases de «Født til å herske, Part I», el público permaneció en un respetuoso silencio, moviéndose apenas al ritmo de las melodías. La simpleza de la puesta en escena contrastaba con la inmensidad de la atmósfera creada. Para aquellos que disfrutan de la música instrumental oscura y envolvente, la presentación de Mortiis fue una experiencia hipnótica, capaz de evocar sensaciones indescriptibles. Mientras tocaba, parecía transmitir cada emoción a través de las teclas, conectando con el público en un nivel profundo y casi espiritual.
Cuando llegó el final de su set, una sensación de anhelo se apoderó de la sala. Aunque todos querían más, el horario impidió prolongar el hechizo. Con un simple gesto de despedida, Mortiis dejó el escenario, dejando a los asistentes maravillados y hambrientos de más. Hubiera sido increíble escuchar su voz en algunas de sus otras composiciones, pero incluso sin palabras, su presentación brilló con una intensidad única.


La noche del 2 de febrero quedará grabada en la memoria de quienes presenciaron este espectáculo. Desde el ritual hipnótico de Nytt Land hasta la oscuridad melancólica de Mortiis, la Sala Metrónomo fue testigo de una experiencia mística, en la que la música trascendió el tiempo y el espacio. Esperamos con ansias la próxima oportunidad de vivir algo tan mágico nuevamente.
¿Y tú? ¿Cuál fue tu momento favorito de la noche?
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