En una noche llena de energía y poder, el Club Chocolate fue testigo de un evento único que reunió a dos grandes bandas del metal: Windrose y Dogma. La noche prometía ser una mezcla explosiva de fuerza y misterio, y no decepcionó. Desde el primer acorde hasta el último suspiro, los asistentes fueron llevados en un viaje sonoro que osciló entre el acero forjado por Windrose y los oscuros rituales de Dogma.

@franciscoaguilar.ph

Windrose, conocidos por su poderoso sonido y su temática inspirada en la cultura medieval y la fantasía, son una banda que ha sabido forjar su camino en el mundo del metal con su particular estilo de «dwarf metal«. Sus letras cargadas de misticismo y mensajes ante la adversidad, transportan a los oyentes a un mundo de guerreros y batallas, donde el acero y la valentía son los protagonistas. Con una discografía sólida y una gran presencia escénica, Windrose prometió ofrecer un espectáculo inolvidable para los amantes del metal épico.

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Dogma, por otro lado, se adentra en los rincones más oscuros del metal con su estilo que combina elementos de metal y una fuerte carga de hard rock. Sus presentaciones son más que conciertos; son verdaderos rituales donde la oscuridad y el misticismo se encuentran con la teatralidad y un mensaje de liberación. En cada nota y cada verso, el pecado transmite más que mensajes; ofrece un concepto de ser libres, usando la oscuridad como un camino hacia la liberación.

La previa comenzó con bastante gente llegando al Club Chocolate, entre aquellos que eran personas comunes en su día a día y aquellos que, vestidos en honor a la cultura medieval, eran parte del ambiente previo a Dogma y Windrose. La mezcla de asistentes, desde fanáticos del metal hasta entusiastas de la estética medieval, contribuyó a crear una atmósfera única y vibrante.

El ambiente comenzó a armarse, con el escenario adquiriendo tintes entre cuadros y una pantalla con alegorías oscuras para dar forma al ritual que sería pasadas las 19:50 horas con el inicio de Dogma. La expectación crecía entre los asistentes, quienes se preparaban para ser partícipes de una experiencia que prometía ser tan visual como auditiva, inmersos en la atmósfera cargada de misterio y simbolismo.

Dogma inició su liturgia oscura con los temas “Forbidden Zone”, “Feel the Zeal” y “My First Peak”. Con ello, la banda se apoderaba del escenario y de la atención del público, cautivando con su musicalidad y su imponente presencia escénica.

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Un momento destacado fue el interludio artístico “Interlude (O Fortuna)”, donde se utilizó la gimnasia como base para dar un toque de arte al ritual. Este interludio fue seguido por “Made Her Mine”, un solo de batería impresionante, “Carnal Liberation” y “Free Yourself”. Cada una de estas piezas contribuyó a la atmósfera única del concierto.

La noche continuó con “Bare to the Bones” y “Make Us Proud”. Un momento culminante fue el tributo, un medley de temas icónicos como “Walk”, “The Trooper”, “Master of Puppets”, “Symphony of Destruction” y “Seasons in the Abyss”, que generó la locura entre los asistentes y los llevó a entonar cánticos apasionados. El clímax del concierto llegó con “Pleasure From Pain”, seguido por “Father I Have Sinned”, cerrando con broche de oro una noche de gran nivel por parte de Dogma.

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Posteriormente, se preparó el ambiente para adentrarnos en el mundo místico, en donde el acero se hizo parte del Club Chocolate. La mitología y el dwarf metal cobraron vida con el inicio de Windrose, desatando inmediatamente saltos y emoción con “Army of Stone”. La banda continuó su poderosa actuación con “Fellows of the Hammer”, “Drunken Dwarves” y “Mine Mine Mine!”, cada tema intensificando la energía y llevando al público a un frenesí metálico.

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Windrose mantuvo la intensidad con “Gates of Ekrund” y “The King Under the Mountain”. El clímax de su actuación llegó con “The Battle of the Five Armies”, donde los martillos y las picas se alzaban al ritmo de la música, creando una atmósfera épica que resonaba en cada rincón del Club Chocolate.

La épica continuó con “The Art of War” y “Tales of War”, donde la energía y el poder de la banda mantenían al público cautivado. Finalmente, con “Together We Rise”, Windrose cerró la primera parte de su actuación.

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Para el encore, Windrose sorprendió al público con su versión de “Diggy Diggy Hole” (The Yogscast cover), seguido por “Diggy Diggy Hole (Dance Mix)”. Esta primera parte del encore fue un momento de pura euforia, donde todos cantaron y saltaron.

Luego, la banda ofreció una interpretación especial de “Tomorrow Has Come” con guitarra acústica, creando un ambiente íntimo y mágico. Los asistentes levantaron sus celulares, iluminando el lugar como luciérnagas y añadiendo un toque emotivo y memorable al cierre de la noche.

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Finalmente, la banda cerró su presentación con I Am the Mountain”, una canción inspirada en la batalla interna contra la depresión. La música de esta canción acompaña a quienes se sienten solitarios en sus batallas, ofreciendo un mensaje de esperanza y resistencia.

A veces en la música, puedes encontrar liberación en la oscuridad. Lo que en ocasiones puede ser negro, es quizás lo que hace falta para romper lo que el blanco establece como si fuera algo dogmáticamente correcto.

La música nunca te dejará solo(a). Cuando estés triste y la montaña esté muy alta para tu mente y corazón en soledad, recuerda, nunca caminarás solo, porque ante la adversidad existe una esperanza, una fortaleza y la música es una alegoría que ayuda a sanar esa duda, esa soledad. Recuerda, con la música nunca caminarás solo, ya que Windrose te acompañará y dará esperanza, convirtiéndote en una armadura para tu corazón y para la lucha.

 

 

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