Por Lukas Arias
Fotos por Cristian Belano
Movements finalmente debutó en Chile la noche del 13 de noviembre, dejando una marca imborrable en sus seguidores. La banda californiana, formada en 2015 por Patrick Miranda y Brett Chiodo, ha conquistado al público global con su fusión de post-hardcore, hardcore melódico y matices de shoegaze. A pesar de que Chiodo dejó el grupo antes de grabar su EP debut Outgrown Things, este trabajo definió su estilo con ritmos rápidos y melodías emo. En éste show se confirmó por qué Movements se ha convertido en una de las bandas más prometedoras de la escena.
La calurosa jornada comenzó con Relámpagos, una banda nacional de post-hardcore que, a pesar de su corta trayectoria, demostró solidez y resiliencia en su presentación. Con un set de media hora, interpretaron completo su EP debut homónimo, lanzado dos años después de su primer single «Arboleda» en 2021, y también su más reciente single, «De flores y asfalto».
Luego de Relámpagos, la expectación crecía cada vez más, logró llenarse la Sala Metrónomo en casi su totalidad, y con entretenida musica disco a la espera de Movements, la gente pasaba el tiempo a la espera de los músicos. Un pequeño retraso, pero evidente se vió antes de que subieran al escenario, la hora prevista era a las 20:50, pero el show logró comenzar diez minutos tarde.
Finalmente llegó la hora del ansiado debut, y la ovación que resonó en el aire fue como un grito colectivo de los corazones que habían esperado tanto este momento. La banda, agradecida de principio a fin, comenzó con la fuerza que se esperaría de un debut tan esperado, la gente brincando con fuerzas cuando comenzaron con «Lead Pipe», lanzada poco más de un año atrás, parte de su álbum RUCKUS!. A lo largo del show, tuvimos el privilegio de escuchar más canciones de este trabajo, un giro sonoro hacia algo más cercano al pop, pero sin perder la esencia que hizo grande a Movements. «Fail You» y «I Hope You Choke» llenaron el aire, sus letras resonaron en cada alma presente, y el público, completamente entregado, coreó con cada verso, se dejó envolver por la marea de emociones que fluían como una corriente imparable.
Hubo momentos memorables, que llamaron la atención durante el ritmo de la noche, que luego de una pausa, el público, como es común, comenzó a cantar el clásico «olé, olé, olé». La interacción con Spencer, quien respondió con un fill de batería, solo aumentó el entusiamo del momento, Patrick, el vocalista, «tomó el control» de la multitud, dirigiendo la intensidad del canto, la conexión entre la banda y el público fue palpable en aquel momento.
Los cuerpos volaban por los aires, los crowdsurfers no dejaban de surgir desde la multitud, y la energía se mantenía viva durante la hora y veinte minutos del show. Fue en ese momento en que la banda se sumergió en su álbum más icónico, Feel Something (2017), con una seguidilla de canciones del LP, donde cada acorde de «Full Circle», «Deep Red», «Colorblind», «Deadly Full» y «Suffer Through» golpeaba como una estaca en el pecho, y los gritos de la audiencia, cargados de emoción, no dejaron de elevarse, algunos con lágrimas en los ojos y otros desbordados por la euforia.
Hubo una locura especial durante «Hatchet», donde el pit se convirtió en un epicentro de energía, como si el hardcore se apoderara del alma del público. Todo explotó durante «Kept», cuando el círculo central se abrió, liberando una tormenta de energía que se desbordó por cada rincón de la sala. Patrick, antes de ésta canción, nos advirtió que aquella canción sería su último tema «fuerte», como un llamado a desatar la energía, y así fue: la sala vibró, se transformó en un caos hermoso, y el público chileno no defraudó.
Para cerrar, la banda se entregó al clímax emocional de la noche: «Daylily». Ese himno de despedida, lleno de tristeza y belleza, donde las lágrimas y los maquillajes corridos de los fans brillaban en la oscuridad de la sala. El coro, cantado con la fuerza de mil corazones rotos, nos envolvía en su dolor y en su esperanza. «And I think it’s time to had a pink cloud summer…», esa frase del coro, tan poderosa, nos tocaba en lo más profundo, como una estaca que atraviesa el pecho. Fue escrita por Patrick para su novia, quien luchó contra enfermedades mentales y un trastorno alimentario, un tributo a su lucha y a la belleza del proceso de recuperación. Los pink cloud days son esos días buenos que nos salvan de la tormenta, y esa noche, muchos de nosotros sentimos cómo esa luz entraba con fuerza, aún en medio del dolor, ojalá todos tuviéramos uno ante aquellos momentos de oscuridad.
Al final, Patrick, visiblemente agradecido, se dirigió al público, pidiendo disculpas por la espera de su debut y prometiendo que no tendríamos que esperar tanto para verlos nuevamente. Movements, con su estreno, ganó el corazón de Chile. Fue una victoria para todos, una conexión profunda que no se olvidará. Solo nos queda esperar con esperanza su regreso.
Gracias a Monkey, la productora, por hacer todo esto posible, y por la invitación a ser parte de esta emocionante experiencia.
Aquella mirada de ojos claros me cautiva, y me sumerge de dudas que tanto quiero saber…
