Nota: Pablo Silva Reyes
Fotos: Eduardo Sandoval – @edo_cl
La calle San Diego vibró con una tarde inolvidable de riffs demoledores, mosh desatados y la esencia pura del metal chileno.
El pasado viernes 13 de diciembre, el Teatro Cariola se convirtió en el epicentro de una celebración épica del thrash metal chileno, con una jornada cargada de energía, pasión y poder. Desde temprano, los fanáticos comenzaron a congregarse, listos para sumergirse en una tarde de guitarras estridentes, voces llenas de furia y una entrega total por parte de bandas con amplia trayectoria en el género.
Abysmal Death: el inicio de una tarde incendiaria
Los villamarinos de Abysmal Death fueron los encargados de abrir los fuegos en una tarde calurosa. A pesar de que el público aún se encontraba ingresando al recinto, la banda no escatimó en energía ni actitud, logrando arrancar aplausos y headbanging de los primeros asistentes. Su propuesta marcó el inicio de una jornada que prometía intensidad desde el primer acorde.
Demoniac: desatando la furia en vivo
Desde Limache, Demoniac dejó claro que los escenarios son su hábitat natural. Con un sonido contundente y una selección de temas que encendió al público, la banda logró dar vida a los primeros mosh de la tarde. La conexión con los asistentes fue evidente, consolidando su lugar como una de las fuerzas vivas del thrash chileno.
Execrator: una explosión de energía y brutalidad
Los legendarios Execreator se apoderaron del escenario con su característico poder y trayectoria. Su música, cargada de fuerza y precisión, desató la locura del público. Temas como «Hate», «Silent» y «Death of God» retumbaron en el Cariola, llevando a los asistentes a un clímax de intensidad. La entrega de la banda fue total, convirtiendo su presentación en uno de los momentos más destacados de la jornada.
Sadism: Una noche de calidad y constancia en el metal extremo.
Una de las bandas más emblemáticas del death metal chileno, con más de tres décadas de trayectoria a sus espaldas, el grupo demostró por qué sigue siendo un pilar fundamental de la escena nacional.
Desde el primer tema, Sadism dejó claro que la experiencia y la dedicación son sus principales armas. Contundentes y precisos, ejecutaron cada canción con una técnica impecable, haciendo vibrar a un público completamente entregado. Su setlist, cuidadosamente seleccionado, fue una ráfaga de brutalidad que mezcló clásicos y nuevas composiciones, logrando un balance perfecto entre nostalgia y renovación.
La calidad de los riffs y su ejecución no dejaron lugar a dudas: Sadism sigue siendo una máquina engrasada a la perfección. Temas cargados de potencia y agresión hicieron retumbar el recinto, mientras los fanáticos, visiblemente emocionados, respondieron con los moshs, cánticos y aplausos.
El excelente show fue una muestra más de la constancia de una banda que, a lo largo de los años, ha sabido mantenerse vigente, consolidándose no solo en el circuito nacional, sino también como una referencia del metal extremo en Latinoamérica.
Pentagram: el cierre perfecto para una show inolvidable
La noche perteneció a Pentagram, íconos indiscutidos del género, ofreció un espectáculo demoledor que encapsuló la esencia del thrash ochentero y reafirmó su estatus como leyenda viva de la música extrema nacional.
Con un sonido impecable, un aspecto destacado por la multitud, Pentagram se apoderó del escenario y transportó a los asistentes a la época dorada del metal. Desde los primeros acordes hasta el cierre del show, la banda desplegó una energía arrolladora, manteniendo al público en éxtasis. Temas clásicos como «Demoniac Possession» desataron una euforia colectiva, convirtiendo al recinto en un verdadero templo del headbanging. La atmósfera electrizante fue reflejo de la conexión única entre Pentagram y su audiencia. Cada riff, cada solo y cada grito fueron acompañados por una multitud que coreaba y ovacionaba a la banda en todo momento. La entrega de los músicos, junto a una producción impecable, dejó en claro por qué Pentagram sigue siendo un referente indiscutible del metal extremo chileno.
El cierre de la noche, con el himno final, consolidó una jornada que quedará grabada en la memoria de todos los asistentes. Fue más que un concierto; fue una celebración del legado y la vigencia del metal chileno, una muestra de que este género sigue latiendo con fuerza en cada rincón del país.
Pentagram no solo ofreció un espectáculo de primer nivel, sino que demostró por qué es parte fundamental del ADN del metal chileno. ¡Larga vida al death metal y a Pentagram Chile!